“De visita en este mundo” (2004) es una obra de Noé
que presenta, de manera clara y luminosa, un envolvente juego de líneas y
figuras que llevan al espectador a posar la vista en el centro del cuadro. Allí
se encuentra un autorretrato del artista, que provoca una sensación de
inmediatez, un estado de sorpresa ante la vida. De visita, transcurriendo a
través del tiempo, abrigado por el dinamismo del caos de la obra y del mundo.
Al disponernos frente a la obra nos encontramos con el pensamiento del
artista, es decir, que los detalles que estaban contenidos en su mente son
plasmados en un soporte material para crear así la dinámica relación
artista-espectador, o por qué no también, pensamiento-representación. Pero
advertimos una dificultad: nuestra percepción se encuentra completamente
desorganizada, llevando al espectador a una confusión ante los variados focos
de atención. Por un lado, la diferencia o el choque entre las zonas que están
trabajadas sobre un fondo blanco, y por el otro, las que en menor medida, están
trabajadas a partir de negro, incluyendo también los detalles trabajados con
colores saturados y los pasteles que se mezclan tanto con el negro como también
con el blanco.
Una característica llamativa de
esta pieza es la minuciosidad con la que el artista desarrolla pequeñas formas
y figuras humanas contenidas en el juego de líneas y colores que pueden ser
distinguidas con claridad por el espectador.
Podría pensarse que en el arte moderno conlleva una tendencia hacia la
representación de formas inarticuladas o amorfas. En este ejemplo particular a
analizar, el artista ha permitido que su consciencia creativa viaje de manera
fluida por los estratos más profundos de su mente, sin temor a lo que la
libertad creadora pueda provocar en el producto artístico culminado.
Esta obra hace notoria la problemática del orden de lo temporal. La
inscripción central que se encuentra en la parte superior del autorretrato del
autor en el centro de la producción artística se pregunta; “¿Dónde está el
tiempo?”.
Por
tratarse de un soporte bidimensional, la dimensión temporal siempre se ha
mantenido como un elemento ajeno a las artes plásticas, sin embargo, el valor
narrativo y el discurso que la obra presenta hace que el tiempo pueda incluirse
a través de diversos factores. No se plasma respetando la linealidad
cronológica, sino que se analiza la temática de la temporalidad a partir de la
repetición y recurrencia. ¿Será quizás esta problemática la que ha llevado al
artista a realizar líneas multidireccionales en la obra? ¿O será, acaso, que el
tiempo se presenta como un pasado y un futuro en conjunción, y se hace uno solo
en la obra?
Realizado
en el año 2014 durante la exposición “NOÉ. Siglo XXI” en la Colección de Amalia
Lacroze de Fortabat, para la materia “Introducción al lenguaje de las artes
plásticas”, Lic. en Artes, UBA.
Escrito por Macarena Atauri.
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