lunes, 3 de abril de 2017

De visita en este mundo



Luis Felipe Noé (1933-) es uno de los artistas argentinos más renombrados del arte nacional, quien encabezó uno de los movimientos artísticos argentinos más importantes de los años 60 y 70 que se denominó la “nueva figuración”. A nivel mundial, en esa época la dicotomía en el campo artístico se encontraba entre el arte figurativo y el arte abstracto. Esta nueva tendencia artística tenía como motivación principal volver a encauzar el arte hacia la figuración, pero de una manera novedosa, cuestionando la autonomía que se atribuye a la abstracción y a la vez incorporando elementos de esta. Se valoriza la gestualidad, el trazo violento y evidente.
“De visita en este mundo” (2004) es una obra de Noé que presenta, de manera clara y luminosa, un envolvente juego de líneas y figuras que llevan al espectador a posar la vista en el centro del cuadro. Allí se encuentra un autorretrato del artista, que provoca una sensación de inmediatez, un estado de sorpresa ante la vida. De visita, transcurriendo a través del tiempo, abrigado por el dinamismo del caos de la obra y del mundo.
Al disponernos frente a la obra nos encontramos con el pensamiento del artista, es decir, que los detalles que estaban contenidos en su mente son plasmados en un soporte material para crear así la dinámica relación artista-espectador, o por qué no también, pensamiento-representación. Pero advertimos una dificultad: nuestra percepción se encuentra completamente desorganizada, llevando al espectador a una confusión ante los variados focos de atención. Por un lado, la diferencia o el choque entre las zonas que están trabajadas sobre un fondo blanco, y por el otro, las que en menor medida, están trabajadas a partir de negro, incluyendo también los detalles trabajados con colores saturados y los pasteles que se mezclan tanto con el negro como también con el blanco.
 Una característica llamativa de esta pieza es la minuciosidad con la que el artista desarrolla pequeñas formas y figuras humanas contenidas en el juego de líneas y colores que pueden ser distinguidas con claridad por el espectador.
Podría pensarse que en el arte moderno conlleva una tendencia hacia la representación de formas inarticuladas o amorfas. En este ejemplo particular a analizar, el artista ha permitido que su consciencia creativa viaje de manera fluida por los estratos más profundos de su mente, sin temor a lo que la libertad creadora pueda provocar en el producto artístico culminado.
Esta obra hace notoria la problemática del orden de lo temporal. La inscripción central que se encuentra en la parte superior del autorretrato del autor en el centro de la producción artística se pregunta; “¿Dónde está el tiempo?”.

Por tratarse de un soporte bidimensional, la dimensión temporal siempre se ha mantenido como un elemento ajeno a las artes plásticas, sin embargo, el valor narrativo y el discurso que la obra presenta hace que el tiempo pueda incluirse a través de diversos factores. No se plasma respetando la linealidad cronológica, sino que se analiza la temática de la temporalidad a partir de la repetición y recurrencia. ¿Será quizás esta problemática la que ha llevado al artista a realizar líneas multidireccionales en la obra? ¿O será, acaso, que el tiempo se presenta como un pasado y un futuro en conjunción, y se hace uno solo en la obra?





Realizado en el año 2014 durante la exposición “NOÉ. Siglo XXI” en la Colección de Amalia Lacroze de Fortabat, para la materia “Introducción al lenguaje de las artes plásticas”, Lic. en Artes, UBA.



Escrito por Macarena Atauri

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